domingo, 23 de enero de 2011

Entrada impopular...

No soy funcionaria. No gozo de ese estatus privilegiados del que parecen gozar en este país los empleados públicos, aunque de alguna manera sí estoy realcionada con él. El otro día leí en el blog de Anna Bosch, corresponsal en Londres de RTVE, la situación que está viviendo gran Bretaña y en especial Manchester con esto de los recortes del nuevo gobierno y su impuesta y necesaria nueva austeridad : “El Ayuntamiento de Manchester prescindirá de 2.000 empleados, un 17% de su plantilla, en el próximo año. ¿La razón? Los ajustes presupuestarios. Según cuentan en el Ayuntamiento, el Gobierno Cameron les ha recortado la financiación en un 21% y tienen que reducir en 110 millones de £ el gasto de este año”
El post explica más detenidamente la situación y acaba planteando algunas preguntas respecto al que pasará a partir de ahora: “Aquí en el Reino Unido, como en casi todas partes, los funcionarios y en general cualquier empleado público no levantan muchas simpatías y que se vayan al paro, por lo tanto, no da mucha pena, ni despierta mucha solidaridad. Pero algunas de las preguntas que surgen son: ¿Qué pasará con esas decenas, centenares, de miles de parados? ¿Encontrarán trabajo en el sector privado, como dice el Gobierno? Según varios estudios, la creación de empleo es lo último que llega en una recuperación económica. Si el consumo es un motor de nuestra economía, ¿cómo afectará el que tantos miles de personas se queden sin trabajo o teman quedarse sin? Y más preguntas... “. La realidad es que lo que me llama la atención es el comienzo del párrafo, lo de que en reino Unido al igual que en todas partes los funcionarios no levantan simpatías, una carga aceptada y más que interiorizada por los empleados públicos de este país, y supongo, que de todo o casi todo el mundo. Pero lo que realmente me indignó fueron los comentarios, en especial uno que deseaba que ojalá los funcionarios españoles fuesen un 10% de eficaces y de amables que los de UK.
No puede estar más desprestigiado y más atacado presentándose siempre como un atajo de vagos parásitos el funcionariado de este país. Y creo saber  cuál es la razón. En este país el problema del empleo es histórico y la sombra del paro muy alargada, si a esto unimos que "la envidia es el deporte nacional", pues blanco y en botella. Lo cierto es que en un mercado laboral dinámico y flexible un empleo público no es la ansiada joya de la corona que representa aquí en España, pues no hace falta más que ver las estadísticas, el 60% de los jóvenes universitarios desean ser funcionarios. La realidad es ésa. A nadie le sorprende una mala crítica a un funcionario. La mala reputación es tal que parece que no puedas, en un alarde de confianza, “confesar” ante un autónomo o un ex-empleado de la construcción en paro que tú eres de esos, esa especie de ser que no trabaja, gana un sueldazo, tiene vacaciones y sabe que no lo van a echar a la calle, sin ganarte una mirada de recelo o una mala cara como si esos extraños seres fuesen los responsables de haber sumido en lo que está sumido a este país. Lo que ocurre es que nadie parece ponerse a pensar en el largo proceso que nos ha llevado a tener (pues en cierta forma es real) un exceso de empleados públicos. Esta Administración infinita, farragosa, tediosa y entorpecedora que sufrimos  no es fruto del funcionariado, eso que quede claro. Sólo se trata del resultado de la idea tan cañí de “papá Estado todo me lo da, todo lo arregla”. Y si a esto unimos  el pesado cuerpo legislativo al que está sometida, producto de los distintos gobiernos, pues la ecuación resulta clara. Es infumable. Pero repito que esto no es culpa del empleado público.  Él se ha limitado a  prepararse unas oposiciones (normalmente duras) y presentarse a una plaza, normalmente más de las que necesitamos, sí, pero este hecho no es causa del funcionariado, es consecuencia de la concepción política de un país entero en la que todos  entramos.

viernes, 14 de enero de 2011

qué miedo...

http://lacomunidad.elpais.com/zanganeando/posts

http://nosolocurro.wordpress.com/



Merece la pena leerlos, quizás os pase como a mí que estoy talmente de acuerdo. En cuanto lo leí publiqué el enlace en mi perfil de Facebook (algo que no creo que vean con muy buenos ojos los defensores de la ley Sinde) para que todos mis amigos que no suelen leer el periódico lo viesen y lo leyeran porque no puede resultar más informador. Muestra claramente la intención que tienen de manejar a sus anchas lo poco que nos queda de libertad en estos tiempos de prohibiciones y escaseces. Sinceramente, tampoco entiendo el criterio del Ministerio a la hora de escoger invitados, no sé qué pueden aportar algunos de los comensales de los que ya sabemos y resabemos sus argumentos y soluciones de rancio abolengo... En fin, que da miedo pensar en qué manos está el Ministerio, algo vergonzoso, que la única preocupación de la Señora Sinde sea la piratería y no porque la cultura en algunas zonas de este país está ausente y encima desprestigiada, que la defienda de verdad, que la acerque a todos, que realmente la haga atractiva. Y sabes donde pienso que la cultura resulta así, en la Red. Donde la puedes gozar y disfrutar según tu propio criterio.  A mí me gusta el cine, soy fiel a mi cita semanal con el programa Días de cine, bien, pues una gran parte de la películas que recomiendan y presentan como grandes obras sólo pueden llegar a mí a través de internet, es más, como no hablo inglés, muchas de ellas jamás las disfrutaría si no fuese por ese consumidor caprichoso y delincuente que ocupa su tiempo traduciéndola y subtitulándola. Qué tiene que decir a todo esto la Ministra, que además de ser la de los cineastas y músicos, quiero pensar que también es la mía.
Y es que ya no es que no quiera pagar, ni que no me lo pueda permitir, sino simplemente que no tengo oportunidad de ello. Que jamás han pasado en un cine cercano a mí “Soñadores” de Bertolucci, ni “ La celebración” de  Vitenberg, ni muchas otras. Y no hablemos de los clásicos, grandes olvidados en los videoclubes de la localidades pequeñas. La red me brinda la posibilidad de ver películas que nunca se han estrenado en España, de disfrutar de documentales interesantes que no emiten canales  de tv de aquí, o que lo hacen sólo (aunque la RAE diga que no, lo seguiré tildando) los canales de pago, y estos sí que no me los puedo permitir.  Sigo pensando que el casposo mundillo intelectual y la vergüenza que es la SGAE no deberían ser los que decidiesen los caminos que debe seguir algo tan grande (en todas sus vertientes) como la Red. Y a partir de ahora lo escribiré siempre con mayúscula como si fuese mi único dios a seguir, pues desde luego más generoso y mas consolador que los otros dioses que he conocido en mi vida es.  Me da realmente miedo que paren en seco todo lo positivo que vivo teniendo la posibilidad de encontrar en internet todo lo que busco y encima a mi alcance. Gracias a la Red descubrí películas, interioricé líneas de filosofía, de análisis,de pensamiento plasmadas en reportajes sobre todo lo que se puede imaginar; eso me ha hecho una persona más fuerte. Porque la asequibilidad de la cultura en un país es básico para que éste se llene de ciudadanos fuertes y librepensadores, algo casi imposible si recurrimos a formas no delictivas para nutrir nuestro intelecto en este momento.

miércoles, 12 de enero de 2011

¡¡ Pequeña masoquista !!



No sé exactamente qué es lo que hace que no continuemos un hábito, una costumbre o cualquier actividad que nos reporta satisfacciones varias. Es cierto que en lo que a mí se refiere  si hay algo que me defina es la ausencia absoluta de constancia. Esto conlleva a que en mi se encuentre la enorme virtud de no poseer ningún vicio, algo muy difícil en estos tiempos viciosos que vivimos. Pues no fumo, ni me engancho a ningún videojuego, ni videojuego ni juego a secas, ni tampoco por supuesto tengo el gusanillo de Blaconcia que la impulsaba a correr o a practicar deporte( fuente de inspiración para esta entrada, entiéndase como fuente a Blaconcia y no al gusanillo en cuestión). Pero no es que me sienta mal por no haber practicado deporte en todo el 2010, pese habérmelo propuesto desde el principio y pese a ser consciente de que sin duda es algo que me beneficio y me hace sentir bien. Es un hecho. Durante las escasas y cortas temporadas en las que he practicado algún deporte, o más bien, me he obligado a hacer ejercicio me he sentido pletórica. Igual que cuando llevas un tiempo tratando cuidadosamente a la piel. Lavándola con su adecuado gel mañana y noche, suaves masajes circulares, aplicándote la rica crema, con ese olor tan exquisito, y el contorno de ojos, a pequeños golpecitos, cuando te levantas y antes de acostarte, dos veces al día y dos por semana exfoliante…qué sensación más placentera. Realmente te ves más bella, te sientes una mujer que se cuida por fuera; y si después de esa rutina te sientas en tu sofá a ver un buen documental o una serie o peli de culto también eres una mujer que se cuida por dentro… Pero lejos de clichés de revistas femeninas ( que por cierto he ido abandonando, poco a poco, eso sí) no es que tenga una carga de conciencia por los propósitos incumplidos ni una inquietud insoportable por los que me debería estar haciendo y que para ahorrarme frustraciones futuras me he propuesto no hacerme.
Lo que me ha empujado a escribir esto, aparte de la inspiración antes señalada, es que no entiendo porqué dejo de lado tan frecuentemente y por tan dilatado tiempo esto que yo llamo el mundo blog y que tanta alegría y buenos ratos me ha hecho vivir. Y es que las risas, el buen rollo, el placer que he experimentado y experimento cuando me sumerjo en él  me hace pensar que si lo abandono y me alejo del mismo tiene que ser por puro masoquismo, única explicación racional para ello.