martes, 10 de diciembre de 2013

Una vida que es buena.

Ayer por la noche cuando volvía a casa conduciendo tenía una sensación de felicidad que me hacía canturrear las canciones que sonaban en la radio, fueran cuales fueran. La causa es que había pasado una tarde llena de buen humor, risas y acompañada por muy buena gente, estimulando mi creatividad de una forma lúdica y nada sesuda.




Ha sido la primera vez que me apuntaba a un taller de este tipo en la Biblioteca Pública de Badajoz, y pese a no haber asistido todo lo que me gustaría la realidad es que ha sido un buenísima decisión. Lo cierto es que lo que he sacado de esta experiencia supera con creces lo que esperaba. Además de haber descubierto numerosas cosas sobre la región, haber conocido a personajes decisivos y claves, con vidas apasionantes y coraje y valía admirables, además de todo eso, he conocido a gente con la que es un placer compartir el tiempo.

Siempre me ha fascinado ese elemento secreto que crea a un ambiente agradable entre personas completamente ajenas que casi por arte de magia coinciden en el tiempo y en el espacio surgiendo química a pesar de las aparentes diferencias. Esa es una de las cosas que más feliz me hace en este mundo. A veces creo que así como nos enseñan que el ser humano es un ser social yo debo de ser una especie de mujer “supersocial”. Si algo sé que necesito es relacionarme con gente con la que pueda aprender, compartir, debatir. Me gusta leer, ver películas, escuchar música y engancharme a series; pero tanto como me gusta esto me gusta hablar de eso que leo, escucho o veo con otras personas. Y la realidad es que no me “sirve” cualquier tipo de gente para este propósito mío, para esto necesito gente inquieta, inteligente, con ganas de hacer y de ver, gente con una buena conversación, con amplitud de miras, con tolerancia.

Estos lujos que no cuestan dinero, pero son imposibles de comprar, valen mucho y no son fáciles de encontrar. Por eso esa magia que a veces experimentamos hace que que tomes algo de distancia y veas todo lo que la vida puede darte por sorpresa y casi sin buscarlo. Esas tardes que te llenan de alegría, de buen humor y que te recuerdan lo mucho que quieres tu vida. Porque al final del día piensas, tengo una vida, y es buena.






CANCIÓN A LIFE THAT´S GOOD, Nashville sertie tv ABC -traducción personal y nada profesional-



Sentada aquí esta noche,
a la luz de la hoguera,
me recuerda que ya he tenido
más de lo que debería.
No necesito fama,
ni que nadie sepa mi nombre,
al final del día,señor rezo,
tengo una vida que es buena.

Dos brazos alrededor de mí,
el cielo para varar
y una familia que siempre me llama al hogar.
Cuatro ruedas para llegar hasta allí,
suficiente amor para compartir
y una dulce,dulce,dulce canción.
Al final del día, señor rezo,
tengo una vida que es buena.

Aquí una versión larga de esta dulce,dulce,dulce canción.

http://www.youtube.com/watch?v=3ml4jzQHpxE

viernes, 22 de noviembre de 2013

Last tango in Halifax, una delicia.

Last tango in Halifax es la última delicia que he disfrutado en el amplio mundo de las series. La ternura y la calidez que recorren los seis capítulos de esta pequeña joya me hicieron pasar un fin de semana de lo más británico. Y es que este manjar es, de nuevo, una serie salida de la BBC que últimamente me tiene absolutamente postrada a sus pies.



La serie habla de las segundas oportunidades que a veces aparecen ante nosotros y desarrolla de una manera muy dulce y también a veces un poco excéntrica ese refrán que proclama "nunca es tarde si la dicha es buena" . Uno de los pilares de la serie, sino el fundamental, es el tema universal de las relaciones familiares. De los nuevos tipos de familia que van apareciendo y de lo que siempre las ha unido a todas: ese lazo que les mueve a quererse y a cuidarse unos a otros. Sé que han anunciado una segunda temporada, que por lo que tengo entendido, a consecuencia de lo igualmente ocurrido con la primera, tampoco llegará a España. Y es que sigue siendo muy curioso lo que ocurre con la ficción española. Las series de aquí siguen a años luz de las americanas y las británicas, y no sólo por presupuesto, el principal defecto es a mi juicio la temática que repiten una y otra vez y que exactamente no sé a que quiere referirse. 

El tema que reina en la televisión privada es la familia. Los problemas de pareja, las relaciones con los adolescentes, el sempiterno abuelo bonachón, el vecino amigo leal del bar... La realidad es que soy española, siempre he vivido en España y nunca he sentido el más mínimo atisbo de indentificación con ni un solo personaje de ninguna serie española. 

El boom de la ficción patria comenzó cuando yo contaba con unos doce o trece años, quizás algunos menos. Las series como ya he dicho, abarcaban a la familia en todas sus franjas de edad: niños, adolescentes, padres, madres, tías y finalmente los abuelos. No existe un sólo adolescente de serie española que me parezca real. Ninguno de ellos tiene absolutamente nada que ver ni conmigo ni con nadie que yo conociese. No sé si se debía a que yo siempre he vivido en pueblos pequeños y la mayor parte de las series transcurren en ciudades, pero nada de lo que hacían ellos me parecía real. Luego estaban, claro, los padres, madres y tías de los niños en cuestión. Esas mujeres cuasiperfectas que trabajaban e iban siempre impecablemente vestidadas y peinadas y a las que les preocupaban absurdeces varias a los ojos de mi madre . Esas a las que yo tampoco conocí nunca; mi madre era ama de casa y vivía entregada a su familia y las madres de mis amigos que trabajaban, desde luego no creo que se sintiesen muy identificadas ni con Lidia Bosch ni con Belén Rueda. 

No es cuestión de dinero, es cuestión de guión, de calidad en lo escrito. Los diálogos, los actores, las situaciones que reflejaban no sé de dónde las sacarían pero desde luego no de la sociedad española, de la que siempre intentaban ser espejo, forzando temas que quizás estuviesen de actualidad o fuesen noticia pero que parecían metidos con calzador: embarazos adolescentes, intentos de violaciones, inmigración, anorexia o bulimia... Es más, no quiero que una serie me refleje a mí o a mi país, que los guiones de uno y otro capítulo salgan de los titulares de la semana. Sólo espero que me enganche con un tema que al menos me parezca verosímil aunque diste mucho de mi día a día. Es una vergüenza los productos televisivos que triunfan,  este hecho refleja también el nivel de exigencia de este país, que en la televisión, como con todo, parece muy muy bajo.


Sin duda yo también sería arrogante y altiva si fuese británica, tienen la BBC, motivo sobrado de orgullo nacional.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Despertando de la estupidez gracias a Demasiada Felicidad de Alice Munro

Alice Munro era un nombre que tenía escrito en una especie de lista "to read" En ella figuraba sólo su apellido, Munro, pues había leído recomendaciones de su obra por blogs en internet y también en artículos de alguna que otra edición digital de ciertas revistas culturales. De modo que cuando se hizo público que le concedían el premio Nobel de Literatura no era una autora que me resultase una absoluta desconocida. Lo que sí es cierto es que su obra no la había vivido nunca. Y digo vivido porque no me viene otro verbo mejor para describir o intentar explicar los sentimientos que he experimentado mientras he leído los cuentos que componen esta maravilla de libro, Demasiada Felicidad. 


Los personajes de Alice Munro están tan bien descritos y tan bien plasmados en sus textos que la humanidad que rebosan va más allá del personaje literario protagonista de la obra que lees, acaban convirtiéndose en compañeros (compañeras) de vida con las que sufres, con las que te alegras, con las que lloras o con las que te inquietas. Una sensación que pocos grandes de este oficio consiguen. Pues bien, no lo revelo yo al mundo, pero Alice Munro lo es. Uno de los grandes. En cuanto a personajes podría decir que  de los  más grande con los que me he encontrado. Desde luego en cuestión de personajes femeninos nadie ha conseguido llegarme de la manera que esta mujer lo ha hecho.


Descubrir a Alice Munro no ha sido descubrir sólo su obra, sino para mí ha supuesto descubrir una forma narrativa. Los cuentos. A los cuentos yo los había tontamente prejuzgado creyéndolos menores, incompletos. Absurdamente y de forma imperdonable consideraba que el cuento era una especie de novela insuficiente, a medio camino y sin acabar. Que sus autores no habían conseguido resolverlos de manera apropiada, que no habían logrado construir una novela. Qué estúpida.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Y de repente una escena.



Una tarde cualquiera te encuentras con una película sin pretensiones que te emociona y consigue eso que se expresa con esa frase hecha ya tan manida: dibujarte una sonrisa. Y de repente una escena.

Un coche. Dos jóvenes en su interior. Lluvia y una canción que comienza a sonar  poco a poco. Empieza bajito y compás a compás va ascendiendo. A veces no se necesita más para que el cine despliegue esa magia genuina que lo caracteriza. Y se basta con una interpretación correcta, los cuidadosos planos adecuados, unos ojos que se emocionan de verdad. Y la canción, por supuesto, la canción. 

Todo eso que encanta del cine, que encandila, que te conmueve. No sólo los clásicos son los que guardan el monopolio de la grandeza del cine. A veces cualquier joya inesperada puede alegrarte el día. 







viernes, 1 de noviembre de 2013

1 de noviembre




El día 1 de noviembre es un día que me divide. Por un parte es una fiesta que podría decir casi que me espanta. El ritual de ir al cementerio con flores naturales o de plástico, limpiar las lápidas, ponerse guapa por la tarde y visitarlo con todas las sepulturas ya "listas y arregladas". Esta era un fiesta que vivía completamente al margen, para mí era un día festivo y punto. 

Pero este año y encontrándome rodeada de mi familia  he vivido este día de manera completamente distinta resultándome entrañable, conmovedor incluso, Visitar el cementerio con mi madre, mi tía, mi prima; acercarnos a los nuestros y observar lo arraigada que está el ritual del primero de noviembre. 

Ahora el resto del día lo viviré con mi pequeña y particular familia de tres. Al final va a resultar que este día me acabará encantado.

domingo, 27 de octubre de 2013

Hace tan poco.

Hay una conclusión común a mis últimas lecturas que de alguna forma me hace ser optimista, y es lo mucho que se ha avanzado en muchos aspectos en relativamente poco tiempo. Lo cierto es que mi generación ya ha conocido el ejercicio libre de la mayor parte de los derechos humanos que se creen inherentes al hombre, pero muy poco antes de mi nacimiento resultaba que muchas cosas que poco después se dieron por incuestionables parecían para muchos inalcanzables.

En Estados Unidos en los años sesenta, hace tan poco, al mismo tiempo que se cocía el germen de la sociedad de consumo que luego se impuso existía una vergüenza que ya muchos parecen haber olvidado. Yo misma recordaba siempre el sufrimiento de los afroamericanos enmarcado  en un tiempo anterior, muy anterior a la televisión, al teléfono o a los felices años sesenta. Bien, pues Criadas y Señoras, el libro de Kathryn Stockett me ha sacado de esa imperdonable ignorancia que he padecido.

En el libro las reflexiones de varias criadas negras, clarividentes y llenas de humanidad, te golpean el alma hasta la emoción, la manera en que narran sus día a día  lo que para ellas suponía seguir presenciando tantas injusticias racistas en un momento en el que comenzaba a avistarse luz al fondo del túnel. Porque el libro está enmarcado justo en ese momento en que la mujeres de color todavía sirven en casas de señoras blancas, sufren humillaciones y se ven impelidas a aguantar, pero también ese momento en el que ya comienza el movimiento por los derechos civiles y son conscientes de que el cambio va a llegar por orden natural, a pesar del sufrimiento y muertes que acarreará.

Lo cierto es que leyendo las fechas que encabezaban algunos de sus capítulos me parecía increíble que hace tan poco viviesen esa situación en el país de las libertades. Si en Europa causa sonrojo el auge de los fascismos en la primera mitad del s.XX  la misma vergüenza deben sentir los americanos con esa página de su corta historia llena de crueldad y bestialidad. Pero es por todo esto, por lo reciente, por lo inmediato, por que en el año 1964 ya había nacido su actual presidente, por lo que todavía resulta más asombroso la rapidez y la normalidad con que lo han asumido. Eso me llena de esperanza y optimismo hacia  la raza humana. Aunque a veces me pregunto si no habremos tocado techo y ahora solo queda caer...

miércoles, 23 de octubre de 2013

domingo, 29 de septiembre de 2013

Bukowski lo manda.

Ha llegado la lluvia en este (todavía) septiembre sofocante. Y con ella irrumpe esa ola de sensaciones que el verano con  todas sus tardes, y todas sus noches, nunca deja aflorar. La lluvia del temprano otoño en esta tierra no te impide salir de casa y mojarte. Te asfixia y no te cala. Te brinda el placer de caminar con chanclas entre los charcos. Te abraza y se mete en tu pecho como si inhalases éter. Trae atardeceres lilas y azules, nubes bajas y esconde a la luna. Escuchas a Madeleine Peyroux y empieza poco a poco, y al mismo tiempo, tan devastadoramente, a invadirte esa inquietud que te trae el otoño. Que te obliga, por ejemplo, a escribir ese tiovivo de imágenes y palabras, que aparece y reaparece, y que en cada vuelta se hace más y más presente sin cesar de subir y bajar. Tienes que escribirlo y quieres escribirlo. Como cuando en un examen ves esa pregunta de desarrollo que tan bien te sabes; como cuando terminan los créditos de esa película que te absorbe. No puedes guardártelo. No lo hagas, es otoño.

Puedes ver Las normas de la casa de la sidra y darte cuenta de lo realmente feliz que eres. Porque tú también estás recolectando manzanas, criando langostas y viendo el mar por primera vez. Porque en esta pequeña e insignificante vida que sabes que llevas, de alguna manera estás encontrando eso que tanto amas y estás dejando que empiece a matarte. Como cuando te preparan la merienda o te traducen una película en catalán, ahí te empieza a matar. Cuando agarras el cuaderno porque has leído a Holden Caulfield y te ha recordado, de esa desgarradora y contradictoria manera, lo bella que puede llegar a ser esta mísera existencia. Y entonces garabateas y decides publicarlo. Al fin y al cabo solo cumples órdenes: deja que te mate.   





jueves, 26 de septiembre de 2013

Los "valores" del arte.

Hay un conocido "dilema" que muchas veces se ha planteado en charlas entre amigos, cenas y también en alguna entrevista que yo he visto en televisión. Es el de qué harías si encontrándote en el Louvre en medio de un incendio tuvieses que elegir entre salvar la vida de un gato o salvar la Gioconda; se pone como ejemplo la Gioconda pero supongo que podrá ser extensible a otra obra de arte universal como sería en El Prado Los fusilamientos de el 3 de mayo o, en caso de ser un individuo extremadamente fuerte, Las meninas. El dilema frente a qué preferirías que perdurase si una vida, un ser vivo, o una obra de arte. Yo no sé qué responder. 

Lo cierto es que el arte puede plantearte, en cualquiera de sus manifestaciones, disyuntivas morales opuestas pero todas ellas convincentes o, por lo menos, "moralmente irreprochables". Al menos a mí sí me ocurre esto, porque no sería yo quien criticase al que de entre las llamas rescate al gato sacrificando la muestra del genio de Da Vinci, ni tampoco condenaría que decidiese dejar a su suerte ( una previsible muerte ) al gato para conservar tal obra maestra. ¿Relativismo moral? Puede. Seguramente sí. 

Una de las nuevas manifestaciones del arte actual, al menos para mí, es la ficción televisiva. La de calidad. La que me hace cerrar un libro o no ir al cine para disfrutar de un nuevo capítulo. Cosas así me ocurren con Breaking Bad, que se acerca a su final el próximo domingo. 



La serie trata, por encima de todo y en mi humilde opinión, de la decadencia moral del ser humano. Este es para mí el quid de la cuestión. Y para esto, como el recurso del político que asciende a las altas esferas o del personaje que alcanza la fama perdiendo sus raíces o sus principios está bastante trillado, el creador de la serie ideó alguien con una existencia relativamente normal. Más bien desgraciada. Lo que ocurre es que pese a su existencia triste el que  no es un tipo corriente es su protagonista. Walter White es un brillante químico (fuera de lo normal) que no puede mantener con su escaso salario de profesor a su familia y costearse su tratamiento de cáncer (desgracia). Y qué ocurre cuando la genialidad y la desgracia se unen, que la normalidad estalla por los aires. Walter es un hombre inteligentísimo, lleno de recursos, tranquilo, frío y reflexivo. La triste vida que lleva no se la merece nadie, pero quizás menos una persona de la talla intelectual del protagonista. Es sin duda injusto. 

Injusticia. He aquí el primero de los valores que plantea la serie. Eso es algo que el espectador percibe desde que tiene conocimiento de la valía profesional de nuestro personaje. No es justo que cobre tan poco, que necesite otro trabajo, que su hijo esté enfermo, que su cuñado lo trate como a un ser inferior y que su mujer cuestione casi todas sus decisiones. Esto es injusto. Sería más justo que Walter disfrutase de la posición que se le desea a las mentes brillantes: una posición económica desahogada y una autoridad notable; además de un seguro médico que le permitiese hacer frente a su enfermedad sin suplicar limosna a cambio de humillarse. Pero, ¿y si para llegar a esto el medio fuese fabricar droga? Sin duda lo rechazaríamos de entrada. Pero aquí entra en juego la estructura que te brinda la televisión y la capacidad de desarrollo que ofrece el que se trate de una serie y no una película. Simplemente consigue que te plantees por qué no, por qué no por un tiempo pequeño, por qué no solo hasta conseguir el dinero necesario... Empiezas a relativizar esos valores que creías absolutos.

Desde luego éste es uno de los primeros ejemplos que muestra la serie, pero durante las cinco temporadas va poquito a poco estirando y estirando el "chicle" que componen tus valores y principios haciéndote, sobre todo, reflexionar sobre tu propia catadura moral, sobre qué es posible que perdonases y hasta dónde comprenderías o tolerarías que lleguase un ser humano. Te descubres entendiendo un asesinato y viéndolo como la única opción para continuar, a veces incluso, aprobando un ajuste de cuentas cruel y sanguinario. 

Este domingo se acaba la serie. En este momento no deseo ningún mal a los dos protagonistas: dos seres que han traficado droga y han asesinado a sangre fría. Los dos. Espero que el capitulo final me salve de esta distorsión y me devuelva al mundo de los blancos y negros morales, donde exista una tajante diferenciación entre el bien y el mal. Y permaneceré así hasta la próxima obra de arte. 

viernes, 20 de septiembre de 2013

Primer contacto



Mi primer contacto con un taller de escritura ha sido una sorpresa que se ha tornado en un placer. Jamás había pensado en escribir de manera creativa y sin duda este taller del CELARD ha sembrado algo en mi cabeza que espero dé algún fruto. El segundo y último día en el taller nos propusieron que, a raíz de una lista de sustantivos que cada uno decíamos, escribiésemos un microcuento. Las palabras no tenían que aparecer todas, ni siquiera tenía que aparecer una de ellas, pero la lista sirvió de inspiración y una de las palabras incendió en mi cabeza una historia que acaba de plantearme.


Pues poco antes de estar sentada en la sala con mis compañeros del taller habíamos estado hablando todos en la entrada de la biblioteca donde éste tenía lugar, más concretamente, yo había estado escuchando a alguno de mis compañeros cómo contaban su experiencia con el gratificante pero arduo proceso de publicación de lo escrito. Relataba uno de ellos que algunas editoriales reciben tu manuscrito y lo acogen con mucho entusiasmo asegurándote su publicación, es entonces cuando valiéndose de triquiñuelas contractuales convierten lo que realmente debería ser una apuesta literal en una actividad de imprenta al uso.

Dentro ya del taller y comenzada la lista de sustantivos apareció, en último lugar, la palabra: RASCACIELOS. Y ahí explotó la bomba; pensé en Planeta, el gigante de las editoriales en España, y vi a una pobre joven lectora, no sé porqué era mujer, delante del imponente edificio de hormigón que da vértigo mirar. Se me apareció como en las películas de los años 50-60 ambientadas en Nueva York, como la torre impersonal y mecánica de El apartamento de Billy Wilder, y ella, abajo, pequeña y hastiada como el oficinista que interpreta Jack Lemmon. Y así mediante esta escena imaginé su calvario y empecé mi “microcuento”:



Ella quería escoger qué leer. Tenía derecho a ello. Este pensamiento persistía aquella noche en su cabeza de camino a casa. Había cumplido un año trabajando para una editorial que llevaba un año menos un día explotándola vilmente. En este año no había podido leer ni un solo libro elegido por ella de manera libre y sin mandatos. Ni un minuto de descanso entre tantos manuscritos enviados por autores desconocidos que perseguían un sueño: ser publicados. Añoraba a los clásicos, las grandes obras de otros tiempos, recorrer una librería o una biblioteca para dejarse llevar y simplemente elegir qué leer.

Entonces se detuvo, volvió sobre sus pasos deshaciendo el camino y se paró frente al rascacielos asfixiante en el que se encerraba cada día a leer y leer lo impuesto. Entró y se dirigió a su zulo. Prendió fuego a ese lugar donde guardaba los montones y montones de papel, contempló como empezaba a arder y se marchó.

http://www.celard.es/ http://celard.wordpress.com/

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lo peor de nosotros.


 

Leyendo Intemperie, este deslumbrante libro de Jesús Carrasco, pienso en el poco tiempo que ha pasado desde que este país podía suponer para muchos un verdadero infierno. Aunque en la novela el autor, muy acertadamente, no especifica ni el tiempo exacto ni el lugar concreto cualquiera que se acerque a ella puede especificar el período político en el que la misma se desarrolla así como reconocer que es el arduo campo español el que sirve de escenario. 

Esa época relativamente cercana de poderosos sin límites y sin escrúpulos, llenos de crueldad; y época también de sometidos al yugo de aquéllos sin más destino que procurarse la supervivencia. Realmente de eso hace tan poco que quedan todavía muchos que podrían dar testimonio de todo el sufrimiento y el dolor que algunas clases sociales padecían, sin tener otro camino más que el de marcharse. Pienso también en la mala memoria de este país, en el que muchos de aquellos poderosos que amparaba a los sádicos no sólo no  perdieron su poder al acabarse el Régimen, sino que legaron el mismo extendiéndose hasta nuestros días de democracia estando presente en las más altas instituciones de España. Esos mismos pomposos apellidos que estremecían y asustaban a muchos en la época de la Dictadura siguen repitiéndose en el ámbito de la política, la justicia, la enseñanza académica, las universidades y los hospitales. Pienso en lo que me enorgullece pertenecer a una familia sin rancio abolengo, de apellidos comunes, que nada tuvo que ver con que en esta patria mía se ejerciese contra niños, ancianos, gentes de todo tipo, la más abyecta de las violencias. 

Quizá es la cercanía con los personajes de la novela lo que me llena ahora de rencor e incluso de odio. Odio hacia aquéllos a los que no conocí ni padecí. Será este odio lo que me hace despreciar aquella amnistía que fue necesaria para el triunfo de la democracia y que dejó impune tantos crímenes crueles y llenos de saña.  Ese silencio que se impuso en los primeros años de la Transición y que se ha extendido hasta ahora dejando los crímenes no solo impunes sino también incluso sin reconocimiento, como si realmente no hubiese existido la Dictadura y la guerra hubiese acabado en 1977 con muertos, heridos y crímenes por las dos partes. Parece que olvidamos la represión, el abuso y el sometimiento que sufrieron todos los ciudadanos durante el Régimen por los poderosos y sus lacayos. Es el talento del autor al narrar los horrores de la época, la espantosa situación a la que tantos se veían expuestos lo que me hace desear el ojo por ojo, diente por diente. 

A veces la literatura también saca lo peor de nosotros. 

viernes, 13 de septiembre de 2013

Ya estás aquí.














Septiembre. Tardo en escribir de ti porque me irritas, me molestas y hasta me haces daño. Porque septiembre con el paso de los años deja de ser ese mes de nuevos horizontes para convertirse en el verdadero jarro de agua fría del año. Ese que te recuerda todo lo que ibas a lograr dos o tres "septiembres" atrás y no has alcanzado. Te muestra sin optimismos ni filtros de Instagram donde estás exactamente, donde has llegado de verdad y de donde no te has movido. Porque septiembre no perdona las perezas del pasado y solo deja pasar a los que han triunfado en los cánones de los magazines televisivos (sí, solo esos triunfadores) Y con septiembre el riesgo de exclusión social es tan elevado que visión positiva de su llegada se me hace imposible.


jueves, 12 de septiembre de 2013

Parar de leer

Leyendo el blog del Centro de Estudios Literarios Antonio Román Díez de Badajoz ( CELARD ) he encontrado una de las frases utilizada en su concurso de micro relatos: "No me mates, deja de leer". Y es que no querer matar al personaje es algo que a todos nos ha pasado, no ser asesinos de aquellos que nos están acompañando y sobre todo nos están dando todo de sí mismos. El personaje por malvado que sea te resulta sobre todo, por la propia naturaleza de la actividad lectora, cercano. Tanto que pocas veces, por muy abyecto que se nos presente, puedes matarlo sin ningún tipo de dilema moral o de pellizco interior. Insisto, incluso a los más abominables cuesta dejarlos ir. 

Más duro es sin duda cuando el final viene poco a poco anunciándose en el texto. En esas obras en las que adivinas como el sufrimiento se convierte en el permanente compañero, en su tónica vital hasta doblegar a nuestro protagonista y hacerlo sentir desesperado. Resulta insoportable verla caminar poco a poco desde su cuarto hacia la puerta de la calle. Presa de los celos y viéndose víctima de la mayor traición posible; "observar" cómo sale de su casa y la deja atrás, sentir como se le acelera el pulso a medida que se acerca a su único destino. Se adentra en aquella estación que reventó su vida y, Anna, con su belleza incontestable, con toda su vergüenza y su amenazadora presencia llega a las vías del tren. No hay opciones, ni luz al fondo ni oportunidades. Ése es su único sino, su única opción. 


Entonces no quieres continuar. Quieres detenerla, sentarte a su lado en un banco y contarle que hay posibilidades, que hay elección. Que el tiempo en que las pasiones son duramente castigadas pasó, que en este tiempo, en este lugar puedes enamorarte Anna, puedes amar perdidamente, entregarte y embriagarte del otro. Vivir el amor carnal y espiritual con quien libremente escojas. Elegir el hombre con el que quieres pasar tu vida, equivocarte en la elección, rectificar y seguir. Anna podrás dar marcha atrás. Si no es con Vronsky serás feliz con otro, disfrutarás de tus hijos, pasarás el dolor y vivirás si quieres sola. Porque aquí, en este tiempo y en este lugar, puedes vivir libremente. 

Y ahora me doy cuenta que es literalmente en este momento y en este lugar. Que hoy en este planeta, y tanto tiempo después de la publicación de Anna Karenina ((1877), el destino de Anna sigue siendo el único posible para tantas mujeres, para tantas niñas en demasiadas partes del mundo. Que las obligan, las doblegan, las humillan, las violan, les arrebatan la esperanza y la posibilidad de vivir. Es descorazonador, duele y horroriza y quieres parar de leer.



miércoles, 11 de septiembre de 2013

La ciudad te seguirá...

Las ciudades, las grandes urbes y capitales inspiran. Este rasgo atrae hacia ellas a jóvenes artistas de todos los ámbitos: escritores, pintores, cineastas, poetas. Todos ellos buscan en las capitales la oportunidad pero también es cierto que, en mi opinión buscan la inspiración. Es un viaje que a veces recorre el camino contrario cuando el artista en cuestión ya está consagrado y huye a una especie de retiro voluntario. 

Lo cierto es que una ciudad y su gente a mí me resultan de lo más inspirador. Yo siempre he sentido esa alucinación de los no urbanitas por las ciudades. Siempre he vivido en pueblos no muy grandes cercanos a ciudades no muy grandes. Pero el hecho de acercarme a alguna de ellas, las ciudades, o de residir en alguna me hacía sentir distinta, mejor. Las ciudades siembran en mí la semilla del arte y de la superación intelectual. Algo que no es que me abandone cuando me voy de ellas pero que mientras estoy en ellas la semilla brota y brota hasta ocupar todo mi ser y llenarme de inquietud. 



En los tres grandes viajes que he hecho en mi escasa pero disfrutada vida viajera, siempre he ido acompañada de una libreta que he ido garabateando con letras y textos a veces sin sentido. Lo cierto es que desde el mismo momento en que el viaje tomaba forma los pensamientos no me dejaban tranquila y por ello tenía que dar salida a esa bomba a presión. Y el detonador de esta cadena era el simple hecho de observar. Observar a gente desconocida por completo, que viene y va, personas con las que a veces, por azares mágicos que te brinda la ciudad, te cruzas dos veces en tu viaje a  las grandes Bruselas, Viena o Ámsterdam. 




Observar las casas desde la calle, las ventanas sin esas persianas tan molestas que impiden que el interior despliegue todo ese encanto que deposita en tu cabeza un pequeño germen para que nazca una historia. Cotillear de la manera más sana las escenas diarias de una pareja o una familia en un salón amplio, en una pequeña cocina, ese hombre que se fuma un cigarro en su pequeña ventana. Desde luego observar es imprescindible para escribir y, en esta actividad de observación, para cualquiera que se quiera apuntar a ella, las ciudades son mucho más generosas.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Crónica de una decepción anunciada

El palo olímpico que hoy muestran todas las portadas de los periódicos españoles me parece un déjà vu. Lo cierto es que esta decepción mayúscula parece una vez más cosa de esa clase social llamada prensa. No creo que nadie en España diese por sentado ni que Madrid era favorita ni que por supuesto iba a ser olímpica. Es más, la noticia hubiese sido muy bien recibida si ayer por la noche nos hubiésemos enterado como quien no quiere la cosa de que nuestro país iba a volver a albergar unos juegos, o si con naturalidad se hubiese anunciado que finalmente Madrid no lo ha conseguido y que será Tokio la que los celebre. Lo que ocurre es que el tratamiento mediático en España, una vez más, se ha pasado de la raya. Que durante más de una semana no se hable de otra cosa más que de la candidatura. Que el país se haya parado durante una tarde entera como si estuviese, no ya celebrando la elección, sino la propia innauguración de los juegos es, a mi parecer, pasarse de la raya. Yo ni quería ni dejaba de querer unos juegos en Madrid. Veía muchas cosas negativas y como único rasgo positivo mi situación personal: si quiero ver unas Olimpiadas más me vale que sean aquí. Y es que nuestros medios, sobre todo nuestra televisión pública, parecen no aprender de la anual experiencia que supone,en esto de las elección o concursos por votos, Eurovisión. Todos los años se repite la misma canción previa al festival: la ilusión de la delegación española, lo encandilado que están los extranjeros con la gracia española, lo favoritos que somos. Esto mismo cada año, y esto mismo, por ridículo que suene también ayer y antes de ayer y toda esta semana escuchábamos una y otra vez de la candidatura de Madrid. Si la expectación no hubiese estado fuera de todo contexto, la "decepción" no hubiese sido gigante. Madrid hubiese vuelto sin ser elegida pero pudiendo volver a intentarlo sin este halo de cansino que no aprende y una y otra vez lo intenta. Pero claro, si esto hubiese tenido una cobertura dentro de los parámetros del sentido común nos habríamos perdido a Ana Botella ejerciendo de señora campechana y castiza en un discurso en un inglés botellero que no hacía ni una sola referencia ni al espíritu olímpico ni a la práctica o filosofía deportiva, no. Ella prefiere destacar las virtudes casposamente retratadas del pueblo madrileño reduciéndolo a un estereotipo preconstitucional. En fin, que perdernos eso en pro de la mesura mediática no sé si habría merecido la pena.

viernes, 6 de septiembre de 2013

De todos: mío, tuyo y también suyo.






En ocasiones valores supremos y deseables pueden tornarse peligrosos. España es un país solidario, qué duda cabe. Siempre que ha ocurrido una catástrofe y la desgracia azota a un pueblo o una región los españoles se vuelcan. Es uno de los países que encabeza la donación de órganos y no hace mucho que descubrimos como no sólo Galicia sino todo el país se volcaba en la donación de sangre tras el accidente del Alvia. Siempre hemos sido caritativos, quizá también por influencia del catolicismo, España es un país dado al trapicheo y a la caridad para lavar conciencias, igual que las bulas papales de hace siglos, a veces hay que soltar un poco de dinero para seguir pecando con la conciencia tranquila. Más caritativos que filantrópicos, por supuesto. Por eso no es de extrañar que sea en España donde tenga lugar el extraño caso del intento de apadrinamiento de estudiantes, para que salven a aquellos a los que el Estado ha dado la espalda y expulsa de la educación universitaria pública. Porque lo más sangrante de este asunto es que los estudiantes necesitados de padrinos son estudiantes de universidades públicas, no están pidiendo entrar en una de esas universidades españolas que te garantizan trabajo al acabar la carrera, ni desean hacer un carísimo máster que te coloca cuando lo acabas. 
Y es que en este país de solidarios y caritativos tenemos muy distorsionado el significado de lo público. Lo público es gratis, es mío, me pertenece y además no vale nada. El hecho de haber disfrutado de un estado de bienestar que ha permitido que disfrutemos por derecho de educación, sanidad y otros servicios sociales y culturales no significa que eso haya sido gratis. El hecho de que no paguemos una tasa cada vez que disfrutamos de un servicio no significa que no hayamos pagado ya por ello, es más, no significa que otros también hayan pagado por ello. Porque lo público no es gratis, es un gasto compartido, no es que o sea de nadie, es que es de todos. Lo que implica que sea mío pero también que sea de otros. Aunque quizás en este país entre socialista, tramposo y picaresco el concepto de la propiedad lo tengamos también distorsionado. 



viernes, 16 de agosto de 2013

Buen viaje. Enjoy your meal. Gute Reise. Bon Appétit. Good trip. Buen provecho. Bon voyage. Etc.

Da igual el idioma, da igual la forma. En todas y cada una de sus variantes me parece la filosofía de vida más válida y acertada. Porque viajar es la única cosa que compras y que te hace más rico (Travel is the only thing you buy that makes you richer). Porque como decía Mark Twain “El viaje es fatal para los prejuicios, el fanatismo y la estrechez de miras. Por eso muchos lo necesitan como medicina”. Viajar es una pasión, una virtud, necesario para crecer e imprescindible para empatizar.

Y junto a esta pasión, y esta necesidad, el placer culpable que supone la gastronomía. Nutrirse, alimentarse, cebarse con gula, saborear delicadamente cada bocado... Desayunar, comer, cenar... Y si es de viaje mucho mejor.

sábado, 3 de agosto de 2013

La casa por el tejado

No sé si es lo correcto pero me da en la nariz que es justo lo contrario: que es empezar la casa por el tejado. Y digo esto a cuento de que este año me he leído dos libros de una autora, Rosa Montero, pero dos libros en cierta medida autobiográficos, o por lo menos de "no ficción". Empecé con La loca de la casa, un libro que versa sobre su concepción de el mundo de la literatura, de la creación literaria, sus musas, sus demonios y con todo esto hablaba de otros demonios o musas que todos tenemos en la vida. El flechazo fue absoluto. Una total fascinación por aquel personaje conocido que escribía artículos y daba unas excelentes entrevistas. Quería escribirle una carta, contarle lo mucho que me gustaba, que llevaba TODA LA RAZÓN en TODO lo que exponía. Cada línea inspira y lo saboreé hasta el final. Tras este acercamiento corro rauda y veloz y me abalanzo sobre su último libro: La ridícula idea de no volver a verte. Y lo mismo. No ficción, tintes autobiográficos, una inyección de vida y de realidad. Descubro a madame Curie, asombrosa, genial e inabarcable. Y descubro el duelo que de alguna manera comparten; entonces quiero abrazar a Rosa, decirle que no sé lo que ha pasado pero que debe de sentirse orgullosa por superarlo y por tener esa asombrosa capacida de hacer fácil y bello vivir, por contagiar esa alegría a otros. Descubro que yo también tengo una mano masculina, que también me quiero sentir cerca de ellas, no compartimos duelo pero sí pasión por vivir. Y es así como me vuelvo loca por ella, ¿devoraré ahora todos sus libros o he recorrido el camino inverso? Al acercarme antes al escritor que a su obra habré matado la posibilidad de ser seducida por sus auténticas creaciones literarias... No sé si he empezado del revés esta relación que nace pero quiero que dure y dure..

lunes, 29 de julio de 2013

R É F L E X

Debo se la única sin cámara réflex en España. O en el mundo si me apuras. Lo cierto es que me gustan las fotos: me gustan los retratos, los paisajes y las naturalezas muertas. Me gusta hacer fotos "mentales" y guardar imágenes que estoy observando como fotos imposibles de capturar. La realidad es que mi incapacidad para plasmar en una fotografía lo que mis ojos contemplan es algo que he comprobado muy temprana y, sobre todo, muy frecuentemente. Consecuencia esto quizás de mi patológico idealismo combinado con momentos de verdadero éxtasis personal. Hacer fotos a lo que adoro. Hacer fotos a mi compañero, a mi mascota, a mi casa, a la taza del café, a las vistas desde el parque... Me gusta imaginar que hago fotos desde mi habitación a esa parte que se asoma del salón: el sofá usado, la mesa con chisme, mis cuadros; hacer fotos al plano que ofrece mi habitación vista desde el salón: la pared pintada, la cama con sus cojines, alguna prenda fuera de sitio... Lo cierto es que suele haber muchos fotógrafos hombres que utilizan como modelos o musas a sus parejas, mujeres. De hecho las musas históricamente tiene sexo femenino. Son muy pocas las fotógrafas mujeres que retraten a sus parejas. ¿será que el hombre huye de las fotos? Annie Leibovitz fotografió mucho, muy bien a su pareja, pero es que ésta era una mujer. Yo tengo en mi carrete mil fotografías de mi perro y de mi amor. ¿Po qué? Pues porque me gustan, y me gustan más que yo que ya es mucho.

"por pequeño que seas nada te impide estar tan loco como el que más" Firmin, Sam Savage.

martes, 18 de junio de 2013

F R E E

Be sexy. Write.







Miro a Allegra, me invade una enorme satisfacción cuando sin decírselo sabe lo que pienso. Se tumba encima de mí mientras yo acaricio el enorme tatuaje de su espalda. Alrededor de nosotros, mi salón. Un pequeño hueco entre el baño y la minúscula habitación en la que nos amamos. Sólo un sofá, una mesa amontonada de folios y cd´s y la nevera detrás de la puerta, contra la que choca si la abres con  fuerza. Ella me mira, siento encima de mi cuerpo sus carnes croatas; escuchamos juntos la misma música, la sentimos de la misma forma; entonces me cuesta respirar, me angustia, me asfixia este sentimiento; me derrumba la sensación de felicidad, el miedo a que no sea real, el temor infundado por otros de que no existe, que el amor acabará, que cuando pase el tiempo, a lo sumo los 1096 días de rigor, ya no la querré de esta forma. Que el amor no dura más, que lo que recorre todo mi cuerpo no es más que una enajenación transitoria, no perdurará siempre ¿Acaso no me excitaré dentro de tres años cuando Allegra me mire? Cuando me dé de comer con las manos ¿no me relameré con gusto, acariciándome con la lengua de nuevo mis labios, para degustar el exquisito sabor de su piel? 

lunes, 20 de mayo de 2013

Y como escribir es gratis...

Comienza el trámite parlamentario de la LOMCE y los debates sobre la educación, nuestro modelo y el porqué de nuestro fracaso se suceden en los medios de comunicación. No sé por qué extraña tanto que este país que al parecer tanto ha invertido en educación sufra un tan alto fracaso escolar cuando es un país que desprecia la cultura y observa la formación intelectual no como un fin en sí mismo sino como un medio para llegar a tener un trabajo estable y bien pagado.



Es innegable que este ministro que capitanea la misión de mejorar la calidad de la educación de nuestro país fracasará en ello si tiene como dogma, como se intuye en este caso, ese principio de estudia eso que crees que te va a "colocar" bien, es decir, con lo que "te forrarás" y no aquello que te enriquezca como persona y te otorgue una libertad crítica y seguridad personal imprescindibles para enfrentarte a una vida adulta en plenitud. Qué valor tendrá eso tan obsoleto como las humanidades que ya nada aportará a este nuevo Mundo Feliz (A Brave New world) . Este es el hombre que salvará la cultura española, eso en lo que sí somos potencia única y eso en lo que sí estamos presente. Para qué leer a Cervantes o a Lorca, acaso ellos enseñan técnicas de fiscalización o de optimizacióin de recursos, por qué conservar los escritos de Ortega y Gasset si nada sobre maneras de flexibilización nos enseñará.







Pero lo cierto es que esta actitud no se le puede achacar en exclusiva al ministro Wert, ya que todos los padres aconsejan, desde el más profundo cariño, que estudien sus hijos esas carreras "con salida" y siempre se observa un plus de orgullo y si cabe soberbia en un padre que dice que su hijo estudia una ingeniería frente al que confiesa que el suyo ha optado por Filosofía, Historia o Literatura. Lo que parece que se nos escapa a todos es que no hay científico ni ingeniero de prestigio histórico que no haya leído a Proust, a Tolstoi, a Marx o Kant. Que todos ellos conocen las grandes obras de la literatura universal, que han escuchado a Mozart y Bach y que ha sido la conjunción de las ciencias y las humnidades lo que les ha dado su excelemcia en el campo que desarrollan. Lo que nadie advierte es que puede que la obsesión por alcanzar el santo grial del capitalismo caníbal, es decir el único objetivo de ganar dinero después de la carrera ha desvirtualizado tanto el significado y valor de las universidades último que las ha convertido en fábricas expendedoras de títulos académicos. Y de aquellos polvos estos lodos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Y si Flora Poste...

¿Es soberbia? ¿Es generosidad? ¿Es lícito? ¿Es vanidoso, prepotente? La labor de Flora Poste es sin duda cuestionable, y seguramente por muchos, despreciable. Intentar seguir un camino parecido al que esta jovencita decide emprender para mejorar, siempre bajo su punto de vista, la vida de sus primos. 


Es acaso una labor que desenmascara a un ser pretencioso que desea imponer su modo de vida.O por el contrario una labor óptima, deseable y digna. Es posible que sea Angela  Merkel una especie de Flora Poste que intenta sacarnos de este salvajismo al que nos ha llevado el fiero e indomable estado de bienestar impuesto por nuestro problemático y poco fiable carácter sureño.




Lo cierto es que todos nos hemos sentido alguna vez tentados a actuar como la protagonista del libro de Stella Gibbons e intentar "bieneducar" a aquellos que creemos alejados del buen camino. De hecho censuramos casi a diario formas de hablar, gustos musicales, cinematográficos y televisivos.Etiquetamos y desetiquetamos a las personas a nuestras anchas y siempre creemos que si se acercasen un poco a lo que nosotros consideramos el decálogo del buen vivir sería mejores. Que este mundo sería mejor si más personas compartiesen aquello que creemos minoritario y a la vez necesario estímulo para el intelecto. Es la cima de la pedantería, es la añoranza del lugar prioritario que ocupaba el conocimiento, la cultura. ¿Nos iría mejor si todo tuviésemos una joven Flora Poste cerca? 

viernes, 26 de abril de 2013

Dear music... again

Quizá he descubierto tarde, muy tarde, a los Mumford&sons pero una vez más la música consigue inundarme el pecho. Esa sensación de no cabida dentro de ti, de que es demasiado grande, que quieres compartirlo, expresarlo, hablar de ello todo el tiempo y escuchar, escuchar y escuchar una y otra vez.
Lo mismo puede pasarte con un libro o con una película, solo que estas artes no suelen ser tan omnipresentes como la música. Y digo suelen porque a todos nos ha obsesionado una novela o un film q no podemos sacarnos de la cabeza. Recuerdo lo obsesionada que estuve con "El amor en los tiempos del cólera", con "Jane Eyre" o con "Nada" de Carmen Laforet. Cómo las andaduras de sus protagonistas me acompañaban y preocupaban extendiéndose a lo largo de todo mi día. Pero es la música la que más espontáneamente irrumpe en mi interior latiendo fuerte y empujando sensaciones que, en demasiadas ocasiones, se tornan en borbotones de lágrimas. Esto pasa al volante de mi coche, lo que lo hace muy peligroso; en la consulta de un médico,lo que lo hace muy dramático, ya que apareces como una mujer atormentada a los ojos de otros; mientras comes con tu familia y suena de fondo en un anuncio o en un reportaje, lo que lo hace muy bochornoso porque todos preguntan qué te ocurre y acaban riéndose de tus espontáneos y carentes de sentido llantos.
Todos aquellos que sientan un poco esto, sabrán lo agradecida que le estoy a esa música que como el agua o el aire llega a rincones donde nadie más llega y donde una vez conquistado por un período de tiempo nada más cabe.

Mumford&sons

martes, 23 de abril de 2013

FELIZ DÍA DEL LIBRO

Pensando en cómo celebrar este día, hacer algo simbólico, acudir a algún acto... La realidad es que tengo la suerte de poder celebrarlo leyendo, Los enamoramientos de Javier Marías, y recordando otros libros, pasajes y capítulos que adoro.




martes, 5 de marzo de 2013

Dear music...






Tengo un nuevo amor, es muy cariñoso y no me deja sola. Cuando estoy en casa haciendo cosas está ahí, si voy en coche a algún sitio, está ahí, si salgo de paseo viene conmigo. Siempre que quiero está. Father John Misty, thanks, I love you...

                                                       http://pinterest.com/pin/271693789991540165/




sábado, 9 de febrero de 2013

El peor resultado

He oído alguna vez, hace tiempo (cuando éramos ricos, ricos como país, porque como ciudadanos no lo hemos sido nunca), alabanzas por parte de muchos hacia aquellos que podían tirarse en televisión minutos  hablando sin decir nada. Elogios a políticos, economistas o presidentes de patronales y sindicatos que no contestaban a las preguntas de los periodistas, que se iban por la tangente o incluso le daban la vuelta. Se veía como una buena cualidad del político el tener una verborrea de campeonato que escurriera el bulto, no dijese nada e inventase eufemismos para todo. Esto daba valía a la persona, demostrando su profesionalidad. Yo también me quedaba impresionada por esa capacidad de algunos agentes sociales que participaban en distintas tertulias televisivas o radiofónicas y no decían nada, eran interpelados por algún que otro periodista incisivo (rara avis) y no decían nada. Bien, esto no me parecía despreciable, pues yo también sentía que era lo propio del político, y yo también sentía que éramos ricos. Lo que ocurre es que la realidad se nos ha presentado sin eufemismos ni rodeos, tan clara y tan potente que resulte vergonzoso como siguen manejando la situación los que ahora nos gobiernan y los que "oficialmente" nos representa.



Leía en el blog de Antonio Muñoz Molina esa costumbre instaurada de no llamar a las cosas por su nombre, no decir "privatizar" sino "externalizar la gestión", al igual que se empezó a utilizar la expresión "daños colaterales" para las víctimas inocentes de los conflictos bélicos, y ahora todos la utilizamos y la vemos como algo con sentido, con contenido, no como una expresión vacía y criminal. Como no se podía decir "crisis" en la campaña electoral del 2008 sino desaceleración económica; o como ahora, que no se dice que nuestro presidente desprecia al Congreso y por extensión a toda la opinión pública, sino que son "cuestiones de agenda" sus escasas comparecencias ante las Cámaras. La falta de respeto ya no llega solo en el contenido de las no explicaciones que dan a todos y cada uno de los escándalos que se filtran, ahora también está en la forma. Presentarse ante la prensa de tu país como lo hizo Rajoy hace una semana es sin lugar a dudas  la falta de respeto más escandalosa que he vivido como ciudadana adulta y con derecho a voto. Es que no sabe él lo importante que es en una sociedad democrática el derecho a la información, o es que está tan seguro de esa base social acérrima a su partido que no necesita razones y que siempre le darán su apoyo. Parece que sólo a ellos se dirige el presidente, que sólo para ellos gobierna. La frustración de tantos al ver como en este país nadie da explicaciones, nadie siente que tiene que darlas, debe recordarles a muchos a aquélla que sentían en años muy recientes de nuestra historia en los que las explicaciones a los poderosos ni siquiera se les pedían. Que en este país la gente mienta libremente, engañe y actúe de forma nada ética sin que ninguna dimisión se produzca, que sigan inventado expresiones sin sentido, creando conjunciones que nada dicen. Cómo se puede permitir que en este país la ministra de trabajo, perdón, de Empleo y Seguridad Social, diga que está "muy moderadamente satisfecha" con las cifras del paro; que lo diga además en sede parlamentaria sin que nadie ponga el grito en el cielo. ¿Es que tan tontos les parecemos?, la rabia que muchos sentimos al escuchar estas palabras es sólo la guinda de este pastel de desprecio y falsa oratoria que sufrimos desde hace muchos años. Lo que ocurre es que el daño mayor que se nos puede hacer está perpetrado: no es que no nos demos cuentas de que como tontos nos tratan, es algo peor, estamos convencidos de que no hay alternativa ni esperanza, comulgamos con ruedas de molinos ante este crimen porque han conseguido que todos creamos que es lo que los políticos hacen, que no hay que esperar otra cosa, que no van a dar explicaciones, ni abrir un debate real sobre nada porque es lo propio de todo el que gobierna. Este es el más triste de los resultados posibles de estas operaciones de eufemismo y palabras, palabras y palabras que no dicen nada.

http://antoniomuñozmolina.es/2013/01/al-pan-pan/

sábado, 2 de febrero de 2013

Vidas reales y "La vida imaginaria" de Mara Torres

Acabo de terminar el libro que tú me has regalado, experimento esa sensación agradable de terminar una joyita fácil y optimista. La vida imaginaria de Mara Torres me ha llevado a escuchar otra vez a Vetusta Morla, a recuperar todo aquellos que era mío antes de ti,  pero que nunca he perdido estando contigo. Me ha llevado a revivir todo eso que hemos pasado juntos, todo eso que no cambiaría jamás. Ni uno solo de los días. Ni un solo momento. Todo lo que ha pasado quiero que se quede como pasó. Con todo el drama y con todos esos difíciles momentos que no me duelen porque tú los has conseguido transformar en anécdotas. Anécdotas y recuerdos que conforman esos inicios almodovarianos y literarios con los que yo soñaba. Comienzos que hoy nos roban una sonrisa. Hasta eso me has dado. Hasta eso. Permitirme vivir la historia de pasiones y locuras que no sabía que fuera de los libros pudiese acabar así, como un amor sano, feliz, normal. ¿Normal?, este adjetivo del que los amantes huyen por querer creerse siempre extraordinarios, tú y yo no lo tememos. No nos asusta. No necesitamos una canción, una fecha, un lugar. ¿Es esto la vida real?¿Es posible? Pasado el tiempo de adaptación, los créditos de nuestro film, empieza la historia real de mi vida, la mía contigo, la mía conmigo. Y justo cuando más cerca estoy de ti, justo cuando más nos apoyamos, siento que no tengo que temer a desdibujarme en la historia de pareja, en el nosotros. Ese miedo que existía en mí, miedo que existía en nosotros, miedo a perdernos en una vida de dos. Justo en este momento eres tú el que me hace permanecer cerca y fiel a mí misma, a la persona al completo que he sido siempre. Esto es real aunque parezca una fantasía. 


"...nos quedan muchos más regalos por abrir..."