lunes, 20 de mayo de 2013

Y como escribir es gratis...

Comienza el trámite parlamentario de la LOMCE y los debates sobre la educación, nuestro modelo y el porqué de nuestro fracaso se suceden en los medios de comunicación. No sé por qué extraña tanto que este país que al parecer tanto ha invertido en educación sufra un tan alto fracaso escolar cuando es un país que desprecia la cultura y observa la formación intelectual no como un fin en sí mismo sino como un medio para llegar a tener un trabajo estable y bien pagado.



Es innegable que este ministro que capitanea la misión de mejorar la calidad de la educación de nuestro país fracasará en ello si tiene como dogma, como se intuye en este caso, ese principio de estudia eso que crees que te va a "colocar" bien, es decir, con lo que "te forrarás" y no aquello que te enriquezca como persona y te otorgue una libertad crítica y seguridad personal imprescindibles para enfrentarte a una vida adulta en plenitud. Qué valor tendrá eso tan obsoleto como las humanidades que ya nada aportará a este nuevo Mundo Feliz (A Brave New world) . Este es el hombre que salvará la cultura española, eso en lo que sí somos potencia única y eso en lo que sí estamos presente. Para qué leer a Cervantes o a Lorca, acaso ellos enseñan técnicas de fiscalización o de optimizacióin de recursos, por qué conservar los escritos de Ortega y Gasset si nada sobre maneras de flexibilización nos enseñará.







Pero lo cierto es que esta actitud no se le puede achacar en exclusiva al ministro Wert, ya que todos los padres aconsejan, desde el más profundo cariño, que estudien sus hijos esas carreras "con salida" y siempre se observa un plus de orgullo y si cabe soberbia en un padre que dice que su hijo estudia una ingeniería frente al que confiesa que el suyo ha optado por Filosofía, Historia o Literatura. Lo que parece que se nos escapa a todos es que no hay científico ni ingeniero de prestigio histórico que no haya leído a Proust, a Tolstoi, a Marx o Kant. Que todos ellos conocen las grandes obras de la literatura universal, que han escuchado a Mozart y Bach y que ha sido la conjunción de las ciencias y las humnidades lo que les ha dado su excelemcia en el campo que desarrollan. Lo que nadie advierte es que puede que la obsesión por alcanzar el santo grial del capitalismo caníbal, es decir el único objetivo de ganar dinero después de la carrera ha desvirtualizado tanto el significado y valor de las universidades último que las ha convertido en fábricas expendedoras de títulos académicos. Y de aquellos polvos estos lodos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Y si Flora Poste...

¿Es soberbia? ¿Es generosidad? ¿Es lícito? ¿Es vanidoso, prepotente? La labor de Flora Poste es sin duda cuestionable, y seguramente por muchos, despreciable. Intentar seguir un camino parecido al que esta jovencita decide emprender para mejorar, siempre bajo su punto de vista, la vida de sus primos. 


Es acaso una labor que desenmascara a un ser pretencioso que desea imponer su modo de vida.O por el contrario una labor óptima, deseable y digna. Es posible que sea Angela  Merkel una especie de Flora Poste que intenta sacarnos de este salvajismo al que nos ha llevado el fiero e indomable estado de bienestar impuesto por nuestro problemático y poco fiable carácter sureño.




Lo cierto es que todos nos hemos sentido alguna vez tentados a actuar como la protagonista del libro de Stella Gibbons e intentar "bieneducar" a aquellos que creemos alejados del buen camino. De hecho censuramos casi a diario formas de hablar, gustos musicales, cinematográficos y televisivos.Etiquetamos y desetiquetamos a las personas a nuestras anchas y siempre creemos que si se acercasen un poco a lo que nosotros consideramos el decálogo del buen vivir sería mejores. Que este mundo sería mejor si más personas compartiesen aquello que creemos minoritario y a la vez necesario estímulo para el intelecto. Es la cima de la pedantería, es la añoranza del lugar prioritario que ocupaba el conocimiento, la cultura. ¿Nos iría mejor si todo tuviésemos una joven Flora Poste cerca?