martes, 28 de enero de 2014

Lo difícil.

Conservar las buenas costumbres, no abandonarse, no arrojar la mente al vacío. De nuevo la pereza. A veces la felicidad misma te confunde creyendo que es el pecado, el alejarse del camino del bien la  recompensa por cualquier trabajo. ¿Es esto lo más humano del mundo? Acaso seré yo solo, nadie más. No lo creo, seremos todos. Siempre hay algo que te sacará de ahí. 







jueves, 23 de enero de 2014

La habitación oscura de Isaac Rosa (Reseña 2)

Confrontando el título de la novela con el efecto que en mí ha causado se produce esa figura literaria, estudiada en el colegio, que he tenido que comprobar que era tal como la recordaba: oxímoron. Y es que sin duda la sensación de luz que arroja esta novela, a veces, en ciertos pasajes, me ha resultado cegadora. 



No es una novela que te guste leer o que te reconcilie con el ser humano. Ahonda en nuestro comportamiento más cercano en el tiempo, mete el dedo en la llaga, hace pupa. Si miramos un poco atrás, en una ligera reflexión, todos hemos estado inmersos en esa locura en la que, como dice el autor, nos sentíamos colocados en una escalera mecánica ascendente. Sólo había una dirección, un sentido: la subida. Todos pensábamos que nosotros no haríamos esto o aquello como nuestros padres, que sabríamos disfrutar de la vida y que, a diferencia de ellos, no nos íbamos a conformar con, por ejemplo, vacaciones en el pueblo familiar; nosotros viajaríamos, adquiriríamos un apartamento en la costa o alquilaríamos alguno en los meses clave. Tendríamos una casa mejor, nos gastaríamos más dinero en buenas firmas (porque la calidad no tiene precio), en grandes cenas, iríamos al teatro y al cine, saldríamos de copas todas las semanas gastándonos con ello lo que ahora, hoy, nos parece una barbaridad. Nadie pensaba lo absurdo de todo, lo vacío que estaba nuestro  mundo, era una burbuja y como tal no tenía nada dentro. 





Algunos nos sentíamos relativamente al margen, quizá por edad, la cresta de la ola a mí me pilló estudiando y no saboreé esas mieles de las que muchos hablan. Nosotros, los que estudiábamos antes del 2008, nos hemos encontrado sólo con los restos. Nosotros no hemos llegado a llevar ese tren de vida, pero sin duda lo teníamos en mente mientras estudiábamos. Pensábamos que al terminar de formarnos nuestra vida se subiría a esa escalera mecánica ascendente y empezaríamos a pagar como se debe por la calidad, en cenas, en ropa y en todo tipo de marcas. Todos viviríamos mejor que nuestros progenitores, era lo natural. Viajaríamos, tendríamos un loft, un ayudante con el que ser educado desde nuestra superior posición y el éxito nos llegaría para llevar así esa vida de yupi estereotipado a la que todos aspirábamos. 



De repente llegó el presente, nada es lo que creíamos, la realidad ha llegado y la luz alumbra lo que éramos entonces y lo que somos ahora. En esto la novela despliega su magnitud y empiezas a verte a ti en esa habitación oscura, te ves en la actualidad, vacío, resignado y ya sin esperanza. Aunque en algunos tramos la prosa de Isaac Rosa se torna repetitiva, como trama y como idea La habitación oscura me ha gustado y en parte,  ha cambiado mi visión sobre casi todo. La ha vuelto más luminosa. 

sábado, 18 de enero de 2014

Black mirror, esa serie.

¿Hasta dónde pueden llevarnos las nuevas tecnologías?  Eso es algo que plantea, con acierto y de un modo aterrador, la serie de la BBC que da título a la entrada. Y no es algo nuevo el miedo que el ser humano ha sentido siempre ante cualquier avance.




 Podíamos decir que nuestra naturaleza humana se divide entre recibir con ardor y a ciegas todo lo nuevo que la ciencia nos brinda, abrazándolo con furor; o bien con recelo y a distancia, no implicarse demasiado en eso nuevo que nos presentan. Lo que ocurre es que en este momento, y refiriéndome a ciertas novedades tecnológicas, resulta casi imposible mantenerse al margen. Y no me refiero sólo al Big Data, que también, sino a otras aplicaciones tecnológicas que ya están instaladas en nuestro día a día sin darnos cuenta. Y es curioso que esto lo esté escribiendo en un blog, con una cuenta de google, que sabemos, ha vendido mi privacidad, mis datos, mis actividades enriqueciéndose con ello. Lo mío y lo tuyo también.




En la serie, impecablemente facturada e interpretada, la tensión ante los sucesos presentados es, indudablemente asfixiante. Puedes sentir por ejemplo la asfixia de un Primer Ministro empujado a un abismo, la desesperación de una joven viuda, el inmenso peso de la venganza o el sofocante viaje en la memoria de los tuyos. Doloroso, inquietante y sobre todo un producto capaz de removerte en tu cómodo salón, a pesar de estar viéndolo online y en tu inmensa pantalla negra ¿qué estamos haciendo? ¿qué nos están haciendo? ¿hasta dónde...? No creo que exista un producto en la televisión capaz de generar más debate, más planteamientos o más inquietud. No caerás en una conversación sobre la trama o sobre este o aquel personaje. Ese recurso lo utilizan otras, no Black Mirror, porque ella te obliga a hablar de algo más, de algo que puede que te dé miedo, que no quieras plantearte. Aunque quieras renunciar a eso, para protegerte, para no "estar dentro", para estar a salvo. No puedes, ya todos lo estamos, puede que sea sólo cuestión de tiempo y que los creadores de Black Mirror sean como Julio Verne, visionarios. Esperemos que no sea así.

jueves, 9 de enero de 2014

Canadá, Richard Ford (Reseña 1)

Canadá ha sido el libro con el que he cerrado el año. Un título de la editorial Anagrama y que ha sido elegido como uno de los libros del año. La novel podemos encuadrarla en esa especie de subgénero conocido como novela de iniciación. Nos muestra la vida de un adolescente inmediatamente posterior al hecho de que sus padres atraquen un banco y sean detenidos. Este hecho marca sin duda la vida del protagonista y de su hermana, amabas truncadas de manera irreparable.



Si hay algo que en esta novela me ha marcado es la absoluta dependencia de los menores, en las sociedades occidentales sobre todo, del comportamiento de sus padres. En qué manera influye el crimen de unos padres sobres sus hijos, sobre el presente de éstos y sobre el futuro. Cómo influye para bien y para mal, la familia en que se ha crecido, es algo que a veces nos pasa inadvertido cuando juzgamos la trayectoria vital o profesional de alguien. Por eso creo que el cualificar a alguien como "un hombre hecho a sí mismo" sólo cobra enteramente de sentido cuando nos encontramos con alguien desgarrado de su entorno familiar, al que la vida pone en situaciones impropias e imposibles de imaginar en el devenir común de los mortales. Y ése es Dell, el personaje principal de Canadá, al que sus padres sacan de ese devenir normal de un adolescente, para colocarlo en un lugar donde nunca tenía que haber sido puesto. 

El desarraigo a un país, a un lugar, o la forma en que un nuevo destino puede redimirnos también aparece en esta novela de pocos hechos y muchas palabras. Eso es uno de los fuertes de la novel, la manera de narrar de Richard Ford, en primera persona, acercándonos cada vez más al protagonista que se sincera con nosotros compartiendo el asombro, la crudeza y lo perdido que se hallaba en un tiempo en el que le correspondía vivir los desencuentros de un instituto americano cualquiera. 

domingo, 5 de enero de 2014

2014

"No hay día en el que no podamos pasar al menos unos instantes en el paraíso" -Borges.




La realidad es que la felicidad del año pasado se ha ido presentando poco a poco y quizás sea la expectación de todos los principios de años lo que nos hace creer que el año pasado es mejor dejarlo estar, pero las lecciones aprendidas no son lo único bueno que puedes sacar en balde. El 2013, cuando le hemos dejado, nos ha regalado obras mayúsculas.Algunas nuevas, otras ya escritas o realizadas hace años, pero que el azar  ha querido que este año finiquitado las hayamos descubierto y disfrutado. Muchas veces sólo nosotros somos responsables del placer o del tedio sufrido. Otras, es la horrible realidad la que nos aleja de la felicidad, pero sólo con la cultura nos podemos reconciliar con ambos mundos: el más hedonista y el más verdaderamente cruel.



El año pasado me comencé a reconciliar con la creatividad, la imaginación, la cultura y la vida que llevé un tiempo y que tras un 2012 en el que estuve perdida, hallada y ubicándome, ha vuelto a darme la satisfacción habitual que me proporcionan las cosas bien escritas, bien rodadas, bien cantadas. Todo este control de calidad es absolutamente subjetivo, por supuesto, no quiero decir que mi gusto personal sea sinónimo de obra maestra, pero es que todos caemos en la trampa del vacío mental, y a veces nos vemos sumergidos en más que ocio o entretenimiento en puro baratismo y "zapeo" aburrido, en mi caso, víctima del pecado capital que adolezco desde mi infancia: la pereza. Existen temporadas en las que no sé porqué me abandono por completo a la desidia y sin saber cómo, cuándo salgo del bucle y vuelvo en mí, me doy cuenta de que lo que realmente satisface es el trabajo bien hecho (en este caso, el de otros). Si pasaba una semana sin leer una página de un libro, sin escribir nada en mi libreta, sin indagar en internet sobre algo nuevo que leído o escuchado, es una semana indudablemente mala. Una semana de vacío. Sin embargo de repente brotaba la necesidad imperiosa de ver equis película o incluso ver un programa determinado que acaba siendo detonante de un sinfín de nuevas actividades, que son las que a lo largo del día me han brindado ese momento en el paraíso del que habla Borges. Así que mi “propósito” de 2014 será pasar todos los días un instante en el paraíso, y si un día por lo que sea no lo he podido hacer, el siguiente pasaré dos. Feliz año nuevo a quién seas, y por qué no, a mi misma.
P.D.:las fotos son de mis películas, libros y discos favoritos del año. No es una lista, son los primeros que me han venido a la cabeza al pensar en qué es lo que he visto, escuchado y leído este 2013 que más me ha impacatado, encandilado, fascinado... Aquello que recomendaría a ciegas y que volvería a leer, ver y escuchar mil veces más.