Me lo imaginaba hace tiempo, pero la lejanía con la que veía el mundo de la danza del mío no me dejaba creer que era del todo cierto. Pero sí, me gusta la danza. Me apasiona. Hace unos meses vi a la Compañía Nacional de Danza Contemporánea que recién despojada de la presencia del mejor director artístico que ha tenido venía a Santiago; eso sí, representaba una de las creaciones de ese genio que es para mí Nacho Duato. Bien, yo misma me sorprendí de lo que me impresionó el espectáculo. Las sensaciones que despertó en todo el público se podían palpar: emoción, embriaguez, plenitud. No sé cuantos expertos en danza contemporánea habría en la sala, la que escribe desde luego no era una, pero sin tener una formación y sí teniendo un total desconocimiento de la disciplina, disfruté como nunca lo he hecho con ningún otro tipo de arte escénica. Lo que me lleva a reiterar mi creencia de que el arte de calidad no necesita un curso previo para que emocione y conmueva. Todo en la perfecta obra de Nacho Duato era impactante. La música, la escenografía y por supuesto estaba llevada a cabo por las mejores herramientas que podía anhelarse: unos perfectos bailarines cuyos cuerpos parecían no ser de la misma especie que la mía…
Con Cisne Negro ocurre algo diferente. Es cine. Y el cine sí que es algo que lleva mucho tiempo formando parte de mi vida. Además es ballet clásico que, con toda la osadía por parte de esta ignorante en la materia, opino que es más fácil de ver. No quiero ser mal interpretada, no pienso que sea más fácil, pero sí que encaja más y mejor con la idea de ballet, de bailarina que todos tenemos en la cabeza. Esos seres etéreos que parecen volar. Pienso que la película cuenta una historia por todos conocida: una perfeccionista y sacrificada bailarina en una importante compañía que lucha por un papel que le permita subir el escalón definitivo. Pero lejos de resultar otra peli de baile resulta un thriller psicológico inquietante que busca explicar hasta dónde llegan las oscuridades del ser humano y qué consecuencias nos reporta la búsqueda de estas. Si añadimos la excelente interpretación de Natalie Portman, el film se vuelve magnético y apasionante. Sigo fascinada por el trabajo de ella, magnífica en todos los planos. Sin duda una de las mejores interpretaciones que he visto últimamente.
Cisne Negro remueve otra vez la temática del sacrificio y la extrema entrega que requiere el mundo de la danza a todos los niveles. No sé si es el arte que más exigencia acarrea pero sí es de los que más impresiona. Quizás sea por esa citada lejanía con la que lo apreciamos la mayoría de los mortales. Por lo efímero, por los inalcanzables bailarines, porque ejecutan con sus cuerpos lo que la música está removiendo en nosotros. Acabo de cerciorarme de mi pasión por ella. Más vale tarde que nunca.
A mi la película me ha traido de vuelta a la mente, como bien dices, la idea de sacrificio de esas bailarinas, algunas de las cuales, aun no a esos niveles he conocido y he vivido con bastante cercanía sus esfuerzos por tener un cuerpo que la naturaleza no les ha dado y la disciplina les obliga a tener, uans madres obsesionadas por que su hija sea la mejor, y unas maestras dictatoriales que convertían su vida en un infierno, y a pesar de todo ello seguían amando el ballet. Si eso no es amor por un arte, no sé qué lo es.
ResponderEliminarEstoy también de acuerdo contigo en que Natalie está como nunca, hace un papelón, pero el mérito del director en como engaña y no sabes qué es cierto y qué no en la película, también me parece de una genialidad sublime.
Esperemos que la película tenga su galardonada recompensa en los Oscars
Natalie Portman es la Paul Newman de las actrices, por su belleza. La película tremenda, de lo mejor que he visto en el cine últimamente. La actuación del marido de Mónica Belucci también es buena.
ResponderEliminarEs sabido el esfuerzo que conlleva la danza, pero, si lo piensas, la mayoría de las profesiones, cuando realmente se quiere estar entre los mejores, requieren esfuerzos sobrehumanos. No veo nada malo que los padres empujen a sus hijos hacia estos. Todo con ponderación, claro.
No vi todavía la peli.
ResponderEliminarLa verdad es que nunca dediqué demasiado tiempo a ver danza, es más, no sé si me gusta o no, me imagino que si, pues lo bello siempre conmueve.
Lo de los niños es otro tema. Creo que se les exige demasiado esfuerzo, para que casi todos se queden en el camino. Será que la mediocridad no me resulta un estado tan deleznable como a la mayoría de la gente, por lo que no me gustaría que un hijo mío tuviese que esforzarse tanto .
Hola guapa,
ResponderEliminarGracias por tu maravilloso comentario. :)
Me ha gustado mucho tu post. Todavía que no he visto cisne negro, espero verla pronto.
Tu reflexión del mundo de la danza muy acertada.
Buen fin de semana!
Un beso,
Cristina
http://blog-andcoffee.blogspot.com/
Yo tampoco he visto la película, pero tengo ganas. A ver si la ponen en el cine al que suelo ir y, por una vez, veo algo decente.
ResponderEliminarEl tema de la danza. Pues creo que nunca me ha dado por ahí... Sin embargo, recuerdo como bello y estremecedor el momento baile en El extraño caso de B.B. Me parece que no me llama tanto la atención como para ir a un espectáculo pero aprecio ciertas dosis.