martes, 25 de septiembre de 2012

Qué tierra.



Echar de menos una tierra, un lugar, era algo que escapaba a mi entendimiento, pues siempre creía que allí donde estuviesen los míos yo me sentiría en "mi tierra".Lo cierto es que siempre me había hasta jactado de un desarraigo que me hacía más independiente, al menos ante mis propios ojos. La realidad es que vivía en un engaño. Al abandonar Galicia he descubierto porqué es en ese lugar donde nació la palabra morriña. No es que los gallegos tengan una naturaleza más nostálgica que el resto de los españoles, en mi humilde opinión es la propia tierra la que hace que cuando la abandones sientas que has dejado escapar un paraíso vital. Echar de menos los montes, húmedos y solos en los domingos que los visitaba; sus playas de invierno grises y alborotadas donde pasear abrigada con un viento fresco, fresco, en la cara que te hiela el rostro y te saca una sonrisa; esas calles de sus villas empedradas el olor a humedad y a cultura que se da en cada una de ellas. No sólo echo de menos la Galicia de los días de lluvia, esos días gallegos de sol son universalmente conocidos, no conozco una persona que no aprecie la exquisita belleza de su paisaje cuando el sol aparece. En fin que no sé si es mi parte gallega, y sea real el tópico que habla de los gallegos como personas melancólicas, "morriñentas" o es que simplemente una vez la has catado, no puedes dejar de desear volver a vivirla, seas de donde seas y vayas adonde vayas...

1 comentario:

  1. GALICIA É ÚNICA!!!
    SÓ ESPERO QUE NUNCA TEÑA ESE SENTIMENTO DE MORRIÑA!!!
    MISS YOU

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