El día 1 de noviembre es un día que me divide. Por un parte es una fiesta que podría decir casi que me espanta. El ritual de ir al cementerio con flores naturales o de plástico, limpiar las lápidas, ponerse guapa por la tarde y visitarlo con todas las sepulturas ya "listas y arregladas". Esta era un fiesta que vivía completamente al margen, para mí era un día festivo y punto.
Pero este año y encontrándome rodeada de mi familia he vivido este día de manera completamente distinta resultándome entrañable, conmovedor incluso, Visitar el cementerio con mi madre, mi tía, mi prima; acercarnos a los nuestros y observar lo arraigada que está el ritual del primero de noviembre.
Ahora el resto del día lo viviré con mi pequeña y particular familia de tres. Al final va a resultar que este día me acabará encantado.
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