jueves, 27 de febrero de 2014

Libertad, de Jonathan Franzen y El verano sin hombres, de Siri Hustvedt. (Reseñas 5 y 6)

El 2014 en cuanto a lecturas se refiere, ha empezado con un nivel cualitativo altísimo. Eso por lo menos es lo que he sentido yo. En esta entrada hablo de Libertad que ha impulsado ese ritmo hasta lo más alto, pero también de El verano sin hombres, que ha desplomado el citado nivel. No me gusta explayarme en críticas negativas así que comentaré brevemente el libro de Siri Hustvedt primero.  






El verano sin hombres me ha parecido sobre todo una novela muy pretenciosa que intenta ahondar en el alma humana, mejor dicho en el alma femenina, pero que simplemente no lo consigue. Realiza un recorrido por la vida de una mujer de unos 50 años que acaba de experimentar una ruptura conyugal de manera abrupta pero no claramente definitiva. Se vale también para analizar la naturaleza de la mujer de las alumnas de la protagonista, preadolescentes, y de unas compañeras de su madre, así como de su madre misma, que se encuentran en el tramo final de su vida. El libro no cuenta nada, no dice nada. Se nutre de obras de otros que la protagonista, una mujer muy culta, recuerda y analiza llevándolas hacia su terreno. No lo recomiendo y no sé si le daré otra oportunidad a esta autora. 





Y ahora intentaré escribir sobre Libertad, de Jonathan Franzen, un libro que me ha entusiasmado, del que esperaba grandes cosas y que no me ha defraudado. Muchos hablan de ella tildándola de "gran novela americana" y la verdad es que no discrepo Me ha parecido magistral. 




Es difícil escribir una reseña sobre Libertad, lo ideal sería tener a alguien que también lo haya leído cerca para discutirlo, debatirlo, simplificarlo o alabarlo... La realidad es que bajo mi punto de vista es una gran novela que retrata a través de una familia a un tipo de clase social americana, pero que es, como tantas otras cosas, exportable a gran parte del mundo occidental. Muchos de los males que adolecemos, esas carencias que poco a poco nos van "pudriendo" como sociedad. Esa bandera de la libertad que muchos empuñan y de la que se han servido en este sistema capitalista para devorar seres humanos, esa libertad que dicen es imprescindible para el mercado, para los empresarios, previo pago de grandes cantidades económicas por parte del dinero que el estado (del que no aceptan ningún límite) recauda de todos. Para esto se vale de una familia afortunada en su infortunio, cuyos miembros "aún no han aprendido a vivir". Quizás es demasiado osado o incluso loco compararla con Ana Karenina, pero igual que Tolstoi se servía de una dama de la alta sociedad y de un terrateniente para narrar los cambios en Rusia, Franzen se vale de un ecologista preocupado por las consecuencias que la superpoblación tiene para el planeta, obsesionado con ello, de su mujer, perdida tras el vuelo del nido de forma temprana de sus hijos, sobre todo de su hijo varón, de este hijo que experimenta un viaje emocional profundo muy marcado por el egoísmo y la ambición que la alta sociedad estadounidense impone. Destaca otro personaje a modo de tercer vértice del triángulo que protagoniza junto al matrimonio, un músico inclasificable, Richard Katz que muestra otra parte de este mundo, cuyos pensamientos, la forma en que se enfrenta a lo que le ocurre, todo su comportamiento es difícil de prever, lúcido y revelador.

"-Todo gira en torno al problema de las libertades personales - explicó Walter -. La gente vino a este país por el dinero o la libertad. Si no tienes dinero, te aferras aún más furiosamente a tus libertades. Aunque fumar te mate, aunque no puedas dar de comer a tus hijos, aunque a tus hijos los mate a tiros un loco con un fusil de asalto. Puedes ser pobre, pero lo único que nadie te puede quitar es la libertad de joderte la vida como te dé la gana. esa es la conclusión a la que llegó Bill Clinton: que no podemos ganar elecciones actuando contra las libertades personales. Y menos contra las armas, si a eso vamos. "

Muchas citas, muchas reflexiones a mi juicio acertadas, mucha luz sobre el poder que tienen en decisiones claves para un estado las distintas empresas que sacarán provecho de invasiones, de explotaciones, hasta de reservas ecológicas. El 11-S, el ataque a Afganistán, la guerra de Irak, la captura de Sadam... Un viaje también por la reciente historia y os negocios a costa de ella. 
Sin dudarlo es un libro que recomiendo.

viernes, 21 de febrero de 2014

Más ficción por favor.

Cada vez me resulta más difícil, como a todos, ver un telediario. Cada día abro el periódico, su versión online, y leo por encima los titulares sin entrar casi nunca al cuerpo de la noticia. Desde que cumplí la edad legal para votar suelo informarme todo lo que puedo. Corrijo, solía. Veía distintos informativos, escuchaba la radio y hasta seguía alguna tertulia nocturna. Leía opinión y buscaba información si tenía alguna duda cuando hablaban de una u otra teoría. Pero la pobreza tertuliana de los últimos tiempos, así como los últimos tiempos per se me alejan cada vez más de la realidad. Este hecho lo achaco, convencidamente, a mi instinto de supervivencia. Creo que es lo que me hará de alguna forma sobrevivir, por lo que este hecho me hace incluso sentirme más fuerte.





Todo el tiempo que la realidad ha dejado vacante lo ocupo con ficción: literatura, cine, series, música. Todo lo que me haga acercarme sin meterme en el mundo. Que me haga preocuparme sobre temas trascendentales de los que sólo te ocupas cuando tienes el estomago lleno y la luz pagada. Esos "grandes asuntos" de la humanidad que reflejan tan bien los escritores contemporáneos: la soledad del ser humano, la soledad vital, el decadente viaje que ha emprendido nuestra sociedad; la familia, sus relaciones, la influencia que tiene en nosotros y cómo nos acompaña; el abandono de nuestros valores. Todos estos asuntos son temas que generan renglones y renglones de reflexión y análisis a través de una familia americana, por ejemplo, o de un médico afgano instalado en Los Ángeles. Temas que rascan horas a tu sueño leyendo un libro o debatiendo una película, temas que no tienen sitio cuando no puedes encender la calefacción ni pagar la bombona de butano. Por eso deseo que todos, todos, pudiésemos preocuparnos de los grandes asuntos y nos acercásemos a una librería pidiendo más ficción por favor. 

martes, 18 de febrero de 2014

El viaje al revés.

Este fin de semana he disfrutado de nuevo de las virtudes de la BBC viendo una miniserie llamada The 7.39.
La serie es un drama romántico que plasma de manera fehaciente el día a día de muchos trabajadores que viven en ciudades dormitorios y tienen que desplazarse largo rato en trenes para trabajar en la ciudad. En este caso, como no podía ser menos, esa ciudad es Londres y los protagonistas pasan dos horas en el tren al día para ir al trabajo y volver a su casa. Este hecho pese a estar muy extendido y formar parte de la rutina de muchos es innegable que causa un desgaste emocional en todos los que se ven sometidos a él. Todo por, como dicen los protagonista,s una habitación más y quizás un poco de césped. 



Metido en este día a día y devorado por el cinismo capitalista, el protagonista, casado y con dos hijos, se da de bruces con las inquietudes artísticas de sus hijos. Sobre todo de uno de ello, "el hijo varón", que quiere ser actor, cosa que no digiere bien optando por animarlo a que deje la interpretación como un hobby y se busque un trabajo "de verdad".



Lo cierto es que el protagonista también tuvo en su adolescencia un sueño relacionado con la creatividad. O cabría decir que más que un sueño tenía una vocación, en un sentido ligero de la palabra, que optó por sacrificar para encontrar un trabajo más "de verdad". Este es un tema muy común en la ficción televisiva, cinematográfica y literaria. Cómo los padres de forma más o menos forzada intentan encaminar a sus jóvenes hijos a profesiones menos soñadoras y más provechosas. Pero qué ocurre cuando haces e viaje a revés. 




Mi caso es que siendo yo muy joven y quizás demasiado cínica, pensé que lo más sensato sería empezar a estudiar algo sensato, con salida profesional, algo que realmente "sirviese para algo". Ahora y azotado mi país como está por la crisis pienso en qué estudiaría si volviese hacia atrás en el tiempo sabiendo lo que sé hoy y sobre todo sintiendo como siento hoy. Ahora, muchos años después de haber empezado a estudiar me encuentro con una "yo" mucho más conectada con las artes, con la creación.. Y así a las puertas de los 30 y siendo ya vieja para muchas cosas, cada vez me implico más con todo, cada vez pienso más en porqué no fui así a los 16 o a los 20, porqué optaría por lo que yo pensaba era más adulto, de qué me ha servido a mí, de qué nos ha servido a tantos como yo ese pensamiento. Así que aquí me hallo soñando vocaciones tardías y sin ningún padre que me impele a buscarme un trabajo más de verdad...

jueves, 13 de febrero de 2014

Días de radio






Todo empezó hace cosa de dos años, coloqué una radio en mi cocina junto a la TV que teníamos. Debido a la pobre programación mañanera centrada básicamente en sucesos, niños robados y otras "morbosidades" empecé a escuchar la radio. Normalmente Cadena SER, pero muchas tardes también las comparto con Julia Otero, los fines de semana con Manolo Fernández y su americana music en Toma Uno Radio y a veces hago alguna excepción más, pero principalmente me acompaña ella, la SER, cosa que me convierte en parte de esa masa amante de la radio pues esta es la emisora más escuchada en España. 





Ha habido algo que me ha llamado mucho la atenición y es como yo siendo una persona bastante visual he logrado enamorarme de este medio. Las risas, las alegrías, cómo me he emocionado, carcajadas por la casa mientras hacía mis labores, cómo se me ha puesto la cara roja de ira al enterarme de verdades que en otros medios no salen. Recuerdo un programa no hace mucho en el que recogían testimonios de personas que lo están pasado francamente mal justo el día que el Gobierno sacaba pecho hablando de datos macroeconómicos que nadie entiende y que a nadie excepto a los que han seguido enriqueciéndose en estos 5 años importan. Puede que tenga que ver con la madurez, al fin y al cabo la radio va unida muchas veces a personas ya mayores que llevan una siempre encima, puede que sea por el absoluto declive de la televisión, no ya de la ficción, sino de los contenidos en magazines, tertulias y cómo no informativos lo que me ha empujado a la radio pero aquí he llegado y aquí estoy enamorada de ella. Aquí me quedo. 



Feliz día mundial de la radio. 

lunes, 3 de febrero de 2014

"Y las montañas hablaron" / "Juliet, desnuda" (Reseñas 3 y 4)

Esta semana me he terminado dos libros diametralmente opuestos. Gracias a esto me he dado cuenta de dónde está más mi sitio en cuanto a gustos en la lectura.

Por un lado uno de los éxitos del año pasado Y las montañas hablaron de Khaled Hosseini, elegido el libro del año en la red social Goodreads, hecho que fue la principal causa por la que me animé a leerlo.




En mi opinión es un libro emocionante y lleno de ternura, pero sobre todo un libro muy duro que te muestra lo injusto que puede llegar a ser este mundo, el destino en concreto, que elige en qué parte del globo naces, en qué momento o en qué familia, marcando esto irremediablemente tu destino. Hechos que van a marcar para siempre tu vida cambiando el que podría ser un devenir normal. El libro se estructura en diferentes historias, todas relacionadas de una u otra manera, todas confluyen en un punto común: Afganistán. Por esto, por el hecho de estar enraizada con este país a lo largo además de su durísimo s.XIX, el libro causa una conmoción en muchos relatos que te dejan al borde de la lágrima.





El otro libro que me ha acompañado ha sido Juliet, desnuda de Nick Hornby y aquí, no ha habido nada que hacer desde el minuto uno (la página 0) en que lo empecé. Simplemente he estado sumergida, embebida, entregada a él. Ha sido una absoluta droga que una persona sin medida y con tendencias cercanas a la gula como soy yo he consumido y agotado en apenas un día y medio. La historia no te cambia, ¿quién quiero esto? simplemente te absorbe. A mí me ha pasado con los personajes, a los que me he sentido unida por una u otra causa desde que los conocí. El libro está muy “musicalizado” y esto es lo que consigue, ser como esa canción o ese disco que escuchas y escuchas, que vas a la compra, a clase, al trabajo tarareando, que tiene todo ese significado que tiene para tí. Lo que más me gusta es la parte pasional que tienen los personajes, incluso aquellos en los que ésta resulta menos obvia, en el fondo existe esa pasión por algo que te une o te separa de aquellos que comparten o repudian eso tan vital para tí. Sin duda me ha resultado una lectura tan placentera que me ha costado decidir que el libro a empezar no podía ser otra vez Juiet ni tampoco otra obra de Hornby, esperaré un poco antes de acabarme toda mi droga.



Y aquí es donde me he dado cuenta de lo mucho mucho que me gusta un tipo de literatura frente a otra quizás más sentimental. En este momento después de obras como La trama nupcial o también, porqué no, Intemperie me doy cuenta de que este momento mío no me lleva a grandes dramas humanos. Todavía siento la música que nunca he escuchado de Tucker en mi cabeza, en mi cuerpo y en mi alma.