martes, 18 de febrero de 2014

El viaje al revés.

Este fin de semana he disfrutado de nuevo de las virtudes de la BBC viendo una miniserie llamada The 7.39.
La serie es un drama romántico que plasma de manera fehaciente el día a día de muchos trabajadores que viven en ciudades dormitorios y tienen que desplazarse largo rato en trenes para trabajar en la ciudad. En este caso, como no podía ser menos, esa ciudad es Londres y los protagonistas pasan dos horas en el tren al día para ir al trabajo y volver a su casa. Este hecho pese a estar muy extendido y formar parte de la rutina de muchos es innegable que causa un desgaste emocional en todos los que se ven sometidos a él. Todo por, como dicen los protagonista,s una habitación más y quizás un poco de césped. 



Metido en este día a día y devorado por el cinismo capitalista, el protagonista, casado y con dos hijos, se da de bruces con las inquietudes artísticas de sus hijos. Sobre todo de uno de ello, "el hijo varón", que quiere ser actor, cosa que no digiere bien optando por animarlo a que deje la interpretación como un hobby y se busque un trabajo "de verdad".



Lo cierto es que el protagonista también tuvo en su adolescencia un sueño relacionado con la creatividad. O cabría decir que más que un sueño tenía una vocación, en un sentido ligero de la palabra, que optó por sacrificar para encontrar un trabajo más "de verdad". Este es un tema muy común en la ficción televisiva, cinematográfica y literaria. Cómo los padres de forma más o menos forzada intentan encaminar a sus jóvenes hijos a profesiones menos soñadoras y más provechosas. Pero qué ocurre cuando haces e viaje a revés. 




Mi caso es que siendo yo muy joven y quizás demasiado cínica, pensé que lo más sensato sería empezar a estudiar algo sensato, con salida profesional, algo que realmente "sirviese para algo". Ahora y azotado mi país como está por la crisis pienso en qué estudiaría si volviese hacia atrás en el tiempo sabiendo lo que sé hoy y sobre todo sintiendo como siento hoy. Ahora, muchos años después de haber empezado a estudiar me encuentro con una "yo" mucho más conectada con las artes, con la creación.. Y así a las puertas de los 30 y siendo ya vieja para muchas cosas, cada vez me implico más con todo, cada vez pienso más en porqué no fui así a los 16 o a los 20, porqué optaría por lo que yo pensaba era más adulto, de qué me ha servido a mí, de qué nos ha servido a tantos como yo ese pensamiento. Así que aquí me hallo soñando vocaciones tardías y sin ningún padre que me impele a buscarme un trabajo más de verdad...

4 comentarios:

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  2. Hola Lurhall! No digas eso. Tienes una edad estupenda para implicarte, para crear y para hacer lo que te dicte el corazón, la imaginación y el espíritu. De hecho, creo que para eso no importa la edad, sino las ganas y el empuje. ¡Y hace mucha falta que haya gente que los tenga!

    Yo hice caso a mis padres, estudié una carrera, saqué una plaza y llevo años haciendo un trabajo "que sirve para algo" :) Siempre he sido muy creativa y amante de las artes (literatura, teatro, cine, pintura, música ... ¡todas me gustan!). Y sin embargo, me dediqué a dar clases de inglés (ojo! que me encanta!!).
    Pero es ahora, bien pasados los 40, cuando he encontrado la forma de implicarme en una actividad más creativa, si no siempre de forma totalmente activa, sí al menos apoyando, promoviendo y animando a todo aquel que sepa y quiera expresar algo. Y no podría hacerlo sin la formación y los conocimientos que adquirí con mis estudios. Así que si volviese hacia atrás, creo que volvería a estudiar lo mismo :))

    La vida da muchas vueltas ... quién iba a decirme a mí hace unos meses que iba a estar escribiendo en tu blog! ;)

    Un saludo

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    1. muchas gracias por tu comentario, sabes qué? creo tienes toda la razón. La realidad es que siempre que te metes en algún "freago cultural", al menos a mí me pasa, acabo tan satisfecha y en un estado de cuasi éxtasis... Lo seguiré haciendo sin duda!
      Un abrazo!!!

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  3. No sé ni cómo llegué a este blog...pero me encontré leyendo esta nota y te quería decir que ya tengo 65, soy mujer y aún me parece que tengo que hacer cosas que antes ni se me hubieran ocurrido...es verdad que a veces siento que perdí el tiempo,pero es perder el tiempo ponerme a pensarlo, el tiempo no existe en realidad, pero sí nosotros y nuestras ganas!

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